Gabriel Naudé, bibliotecario de los cardenales Richelieu y Mazarino, fue el primer autor que usó propiamente el término biblioteconomía (lo acuñó en 1633), es decir, lo usó por primera vez en el sentido que hoy posee, con una visión moderna de la biblioteca.
Unos años antes, en 1627, Naudé ya había escrito el primer tratado de biblioteconomía, Advis pour dresser une bibliothèque, una obra en la que copia catálogos de otras bibliotecas como fuente para la selección.
En esta obra distingue entre las bibliotecas privadas, que pueden ser especializadas, según las necesidades de sus dueños, y la biblioteca pública, donde deben depositarse libros de toda clase para que cada usuario encuentre en ella lo que necesita. Recomienda ordenar el catálogo por facultades: teología, medicina, derecho, historia, filosofía, matemáticas y humanidades, que, a su vez se subdividen.
Además, propone que la biblioteca moderna incorpore globos, mapamundis, esferas, pinturas, animales, piedras y otras curiosidades del arte y la naturaleza. El acceso a cualquier persona que necesite consultar los fondos debe ser libre y el préstamo de libros debe estar presente en tales instituciones.