En 1785, el dueño del palacio Duchcov de la República Checa, José Emanuel de Waldstein, ofreció al filósofo y famoso seductor Giacomo Casanova que trabajase allí como bibliotecario.
Waldstein consideraba al italiano como un personaje muy interesante y un buen conversador. Además, los dos sentían una atracción hacia la francmasonería y el conde apreció los conocimientos de Casanova acerca de la cábala.