Los sistemas de impresión y encuadernación empleados desde hace siglos (hoy en día en pleno proceso de cambio) implican que una hoja de papel de gran tamaño que contiene el texto de varias páginas se dobla formando un pliego. Estos pliegos se unen, mediante cosido o fresado, y se encuadernan.
Cuando todo este proceso era artesanal, los pliegos se dejaban con frecuencia intonsos (significa, literalmente, «sin cortar las barbas»). El verbo “tonsurar” significa cortar el pelo a las personas, o el pelo o la lana a los animales. Era, pues, el propio lector quien debía abrir los bordes unidos de las páginas a medida que iba leyendo. Hoy son las máquinas las que hacen esto, y solo en algunos libros de coleccionista se mantiene la costumbre de no cortar las páginas. Para un bibliófilo, esos ejemplares intonsos, que no han sido abiertos ni, por tanto, leídos, tienen un valor superior al del ejemplar «afeitado».
Usamos el verbo “abrir” en relación a los libros intonsos para la acción de cortar las páginas por las líneas de plegado para su lectura. Así pues, un libro intonso es aquel que no ha pasado por la operación de cortado en su encuadernación, y presenta las hojas unidas por sus pliegues, con márgenes intactos y sus barbas características.
En su aspecto patrimonial un libro intonso posee un valor añadido, ya que mantiene íntegros sus márgenes y se supone que no ha sido usado para la lectura. La biblioteca ha de tener en cuenta este valor y procurar respetarlo al máximo, cuidando de no abrir aquellos ejemplares de los que existe un duplicado ya abierto y, en todo caso, abrir las hojas manualmente de forma que se respete al máximo la integridad de la edición y nunca pasando el libro por la guillotina.
Utilizaremos cuchillos adecuados, no muy afilados, para abrir las hojas: paletas de pastelero, cuchillos de dorador, abrecartas, etc. Es preferible que la herramienta sea larga, para tardar menos. Un filo muy poco afilado dejará un corte fibroso y con rebabas, mientras que un filo demasiado afilado puede ocasionar cortes fuera del pliegue si se utiliza incorrectamente, además de ser un riesgo de accidentes. Debemos introducir el filo de la herramienta entre las hojas a cortar con un ángulo de unos 30º en relación con la línea de corte y el movimiento debe ser perpendicular a esta línea, manteniendo las hojas completamente cerradas. Al llegar al final del pliegue, hemos de tener cuidado para no cortar el pliegue correspondiente al lomo del cuadernillo.