Según el grado de información que proporcionan, podemos clasificar las fuentes de información en: primarias, secundarias y terciarias. Las fuentes primarias son aquellas que tienen un carácter original, entendiendo por originales los documentos no sometidos a ningún proceso de transformación; es decir, la información “en bruto”: monografías, publicaciones periódicas, actas de congresos, patentes…
Las fuentes secundarias, en cambio, son el resultado de un análisis, el fruto del tratamiento de recursos primarios. La información es “tratada”, ya elaborada o existente. Una base de datos con artículos de revista o un catálogo con libros y otros documentos son fuentes secundarias. Las fuentes terciarias serían las compuestas por las revisiones de materiales primarios y secundarios: una bibliografía
de bibliografías, una lista de encabezamientos de materia, un tesauro…